lunes, 15 de noviembre de 2010

Interrail 1: Praga



Por fin llegó el Autumn Break!! Esa semana en que la ciudad de Horsens se ve liberada de estudiantes problemáticos y los vecinos descansan tranquilos…Y también esa semana que esperaba que llegara para vivir un viaje-aventura por Europa como hacía mucho tiempo que quería hacer y que también sirve para olvidarnos por unos días de los trabajos que tan a menudo tenemos que realizar para clase, y como rápida transición para encarrilar el último mes y poco hasta navidad; que aunque a uno el tiempo le pase rápido entre tantos nuevos amigos y fiesta, por otra parte parece que no llega el momento de volver a encontrarme con todo lo que dejé en Málaga.

Comienza la aventura el primer sábado del Autumn Break, partiendo veinte intrépidos personajes de una pequeña estación en Horsens a las ocho de la mañana con intención de coger un gran tren que les lleve directos hasta Berlín. Craso error. Personajes, pequeña estación y gran tren no van bien en la misma frase. Y es que estamos todavía aprendiendo a utilizar el InterRail. El tren más grande y “lujoso” que probablemente íbamos a encontrarnos en el InterRail aceptaría a que viajáramos en él hasta la frontera con Alemania. Una vez allí, en la primera parada en “Flensburg” se nos presenta un revisor alemán que nos dice que los veinte que venimos desde Horsens sin reservar los asientos (y que la mayoría estamos ocupándolos) nos tenemos que bajar. ¡Maldita revisora danesa chivata! Nosotros claramente  no queremos bajarnos y perder el tren más directo hasta Berlín. Así que nos hacemos los “suecos” y seguimos allí. Pero no da resultado y tenemos que explicarle al revisor que en la página de InterRail no existía la opción de reservar un asiento y que hay mucha más gente en el tren sin reserva. No parece importarle, ya ha llamado a la policía y está en camino. Tras media hora parando el tren en la estación y probablemente algunas de las líneas ferroviarias relacionadas, los policías con carilla de pillines, nos “ayudan” a sacar las maletas del tren con algún que otro empujoncito. Una vez abajo, les explicamos que no éramos los únicos en el tren con ticket sin reserva y que el revisor ha querido echar a los veinte españoles escandalosos. El policía nos comenta que esa no era la versión del revisor. Mientras los dos “grupos” discrepan los argumentos contrarios, yo me percato de la tragedia que está a punto de sucederme. ¡El tren se va con mi bolsa de comida! Me faltan alemanes en los que cagarme en ese momento, he perdido mi sustento alimenticio para varios días; ¡bocadillos de tortilla española!, pan, fiambres, galletas, los “kit-kat chunky” que me mangué en el Lidl de Horsens…Lo mismo el “karma”, al igual que en la serie “Me llamo Earl”, me ha hecho devolver lo que he quitado. Pero se ha pasado, ¡mi tortilla le daba mil vueltas a la mierda de kit-kat!


Haciendo escala en Hamburgo, me da tiempo a apreciar por la ventana del tren un lugar que estaba ya grabado en mi mente, es el lugar donde se celebra la cita del Campeonato del Mundo de triatlón de esta ciudad. Para el resto no tiene importancia y me contestan “Fran eres el único friki al que le interesa eso” pero yo sigo igual de feliz.



Tras coger varios trenes enlazando en diversas estaciones, llegamos a Berlín. Al ver la gigantesca y moderna estación, me doy cuenta de que vamos a perdernos una de las mejores ciudades para visitar en Europa. Pero el año es largo, así que la hacemos convertirse en un futuro objetivo turístico.




Tras escasos veinte minutos en lo que nos da tiempo a ver el Parlamento Alemán, los puentes que cruzan el río Spreel y la fachada de la estación, nos embarcamos de nuevo rumbo a Praga. Más hora de tren que intentamos llevar como mejor podemos.



Llegada a Praga. Desde el tren y en la oscuridad de la noche, no nos da tiempo a darnos cuenta de que hemos llegado a una de las ciudades más bonitas, con más monumentos, catedrales y torres de las ciudades europeas y también con más historia, lo cual desconocíamos la mayoría de nosotros. Restarían dos días y tres noches para disfrutar de todo ello. En la primera noche cenamos en un “típico restaurante Checo” llamado “McDonalds” y es que con tan poco tiempo mejor no arriesgarse y comer enfrente del hostal es lo mejor.



 Salimos del hostal (por cierto bastante agradable en comparación con lo que esperábamos y lo que nos esperaría en Budapest…) y nos recogen unos “taxis” (furgoneta amigo del dueño del hostal) que nos llevan a la discoteca, supuestamente, más grande de toda europa central: la discoteca de las cinco plantas”.

Al día siguiente y tras haber dormido apenas unas horas, nos disponemos a patearnos toda la ciudad de Praga. Para ello tras dar varias vueltas guiándonos por las calles más grandes y mirando las tiendas, conocemos a la guía que nos enseñaría las joyas de la ciudad y sus grandes historias.



 Halimeh, que así se llama nuestra guía, es una gallega que lleva un año viviendo en Praga, y no sé si es que se ha aprendido un guión de tres horas estupendamente o es una historiadora que se lo sabe todo de “pe a pa” nos resume 2500 años de historia en diez minutos, dejándonos (por lo menos a mí) realmente fascinados con todo lo que ha pasado este pequeño y viejo país, aunque su nombre nos suene a una joven nación. Evidentemente no voy a hacer dicho resumen, pues lo mejor es que todo aquel que haya sido  capaz de llegar hasta esta línea, se plantee visitar esta ciudad y conocerla personalmente cuando decida viajar a algún sitio y no sepa a donde.


                            Coches de época para hacer tour a la ciudad

                                                     Ciudad Vieja

                                             Conjunto del Castillo



Tras dos noches más tranquilas y un día de muchísimo paseo, en el que conocemos el castillo de Praga, compuesto por varias iglesias, catedrales de todos los tipos (pues se ha construido a lo largo de miles de años) y como no, un montón de historia, nos disponemos el martes bien temprano a abandonar el hostal y coger camino hacia la estación para abandonar el país y coger un par de trenes que nos lleven directos a Viena.


domingo, 7 de noviembre de 2010

My first weeks

Pasaba casi un mes, y llegaba a Horsens por segunda vez como si nada, como si ese mes no me hubieran parecido unas horas y a su vez un año…En el segundo aterrizaje al ya conocido pequeño aeropuerto, volví a conocer a algunos más de los futuros compañeros de mi residencia, y más tarde se unieron otros en la estación de tren que habían salido rezagados en el siguiente autobús desde el aeropuerto, la mayoría de ellos de Zaragoza. Y es que los más numerosos somos los Maños y los Malaguitas (que por ahora vamos ganando 3-5 en la liga eh!).

En el tren camino a Aarhus pude conocer a un músico llamado Jandro, de Zaragoza, que toca en un grupo llamado “Mallacán” con estilos muy variados como rock, reggae y ska, y que tocan con instrumentos típicos aragoneses y cantan en fabla aragonesa.  Antes de que nos diera a conocer ese detalle, me pude percatar de que domina bastante los viajes mochileros, cuando vimos como salía del baño después de bastante rato (de hecho no sabía que estaba dentro) misteriosamente después de haber pasado el revisor a comprobar nuestros billetes… ¡qué buena “maña”!

Al llegar a “mi querida residencia”, y conocer mi piso compartido con un búlgaro cuyo nombre es –transcripción fonética – “Tijomer” y un francés llamado “Yoan” (mas normalito pero no más limpio que el otro ¬¬) encontramos una reunión de cincuenta estudiantes intentando solucionar un problemilla… ¡y es que a uno de nuestros compañeros le habían echado por que se organizó una fiesta de más de 10 personas en su pasillo! Pero bueno, ¿acabamos de llegar y ya están cortándonos el rollo Erasmus de esa manera? Por suerte, esa reunión dio fruto a un diálogo, y nuestro compañero Leo (el venezolano que lleva 3 años estudiando en Dinamarca después de haberse criado en Nueva York, haber trabajado en Miami y Benalmádena para posteriormente comenzar una carrera de Arquitectura en Horsens, ahí es nada) fue readmitido en la residencia con la condición de que todos fuéramos chicos buenos desde entonces…


Al día siguiente, visitamos la universidad (¡es verdad que veníamos para eso!) y a partir de ahí ha sido un mes en el que la preocupación por conseguir un grupo de trabajo en nuestro proyecto, que los coordinadores nos hicieran caso, habituarnos al ritmo de las clases y entender a los profesores nos ocupaba tanto tiempo que se ha pasado “relativamente volando”.  Los profesores suelen ser algunos más permisivos, otros más exigentes, los hay que son pasotas y los hay que son… ¡hijo de puta, Laas! La primera clase a la que asistí fue la de Hidráulica (o Rehabilitation of sewerage system) y el hecho de haber faltado un mes a clase, como que le molestó un poco (you really have a problem!). ¿Me preocupó? Un poco, pero comparado con lo que venía, fue un golpecito en la espalda de colegueo. Después tocó asistir a la asignatura de “Project methodology” para conocer a nuestro gran colega Laas. Antes de ello, habíamos hablado con nuestra coordinadora para explicarle que nuestra ocupada vida de estudiante universitario malagueño (ya lo sé, fui a Málaga para hacer dos exámenes y sólo hice uno, pero lo aprobé ¿no?) no nos permitió quedarnos y nos ayudó a buscar un grupo al que unirnos para realizar el proyecto. Tras localizar a algunos, ninguno era lo suficientemente bueno para permitirnos ayudarles (o no nos veían lo suficientemente buenos) de manera que llegamos a la clase de Laas sin un grupo de trabajo. Es aquí cuando descubrimos mi compañero Alberto y yo (los dos sin grupo) la “Danish hospitality”:

-It's too late! It’s very easy…not acceptable! You # %&€@ …..!

Lo que nuestro querido amigo quería decir en su bonito inglés, era que se la trae floja que el sistema de enseñanza español sea lamentable, y que si llegamos tarde le importa una mierda que nuestra madre esté enferma o lo que coño pase.  Literalmente.  En conclusión no nos quiere aceptar. Pero el que no llora no mama y tras una disculpa y un poco de peloteo, nos permite buscar un grupo siempre y cuando “nos rompamos el culo trabajando y trabajemos el doble que los demás”. Prometido, de momento…no tan cumplido. Ya veremos.

Por suerte el resto de clases son agradables. Los profesores se suelen preocupar más por enseñar al grupo que porque fulanito esté ausente un día o esté pendiente a su portátil (en el que seguramente esté trabajando…) el cual casi todo el mundo usa en clase porque es una herramienta permitida para uso lectivo en cualquier clase (facebook y esas cosas). Curiosidades como que el profesor escriba en 7 pizarras que se mueven arriba y abajo para no andar borrando y jodiendo a la gente, son tonterías que parecen haber salido de la nada, pero que es bastante tonto que no suela verse en nuestras clases de Málaga, lo cual compensamos con escalones con barras de metal que tiran a los profesores al suelo. Total, ¡es igual de divertido! Ya estoy acostumbrado, pero me sorprendió como la clase automáticamente cierra o abre las persianas cuando el profesor quiere poner el proyector, todo en función también de la luz del día.

Aquí algunas fotos de la universidad.




















Mientras seguimos descubriendo las tecnologías de la enseñanza Danesa y paseando todo el día en bici hacia la universidad y vuelta, por supuesto aparece el tiempo para un poco de “party”. Las fiesta suelen sucederse casi día tras día, ya sea en la residencia a modo de reuniones alcoholizadas, en el “school bar” (¿se podía haber puesto un nombre y sitio mejor para algo así?) y los fines de semana, aunque nuestro pequeño pueblo cuente con tres discotecas. La “racista” Heikenfiled, que te deja entrar si tienes tu carné de Danés (aunque eso no es problema para un español que sabe perfectamente que donde no tiene que estar, es donde tiene que colarse), la pequeña Kaos que es donde te puedes encontrar a todos tus compañeros de universidad borrachos -ah bueno, novedad- pero con música y luego Craisy Daisy, que es más grande y animada pero 8 euros más cara (respecto a 0 euros).  Por eso lo mejor es irse a la cercana ciudad de Aarhus en un tren que cuesta ocho euros ida y vuelta (con wild card) y tras haber hecho botellón en el tren con 30 zaragozanos, por lo menos, buscar una buena discoteca y disfrutar del ambiente de una ciudad con miles de estudiantes de Erasmus.



Y de vuelta, bici para la colección =)



Bici que sirve para hacer rutillas por los preciosos caminos perdidos entre los bosques y junto a la “playa”, que es más bien un tropiezo del bosque en el agua del mar. Claramente esos caminos serán usados como ruta de entreno, al menos mientras se pueda salir a la calle y la playa no se convierta en una placa de hielo.












Y para no perder la costumbre, ¡una tortillita!