domingo, 31 de octubre de 2010

First Arrival

Esta es mi “primera entrada oficial”. Como no, al igual que la introducción llega un poco tarde. Debería simplemente explicar que he llegado sano y salvo, hablar de lo que me he encontrado aquí y decir, ¡bueno a esperar que me pasen cosas que contaros! Pero como ya hace dos meses de eso y me he sumergido ya en la monotonía del estudiante, pues paso a hacer un resumen de lo que he encontrado hasta ahora.

Conocí a mis compañeros de Málaga en el momento de conocer el destino, y es que aunque les vi por las clases alguna que otra vez, no fue hasta entonces cuando comenzamos la amistad.  Y aunque por aquel entonces veía muy lejano el momento en que nos iríamos a ese desconocido país que engendró a esa criatura llamada Gravesen (y un Dios llamado Laudrup,) sin darme cuenta ya estábamos llegando al pequeño aeropuerto con pinta de aeródromo de Burundi



Pasaría solo una hora y media hasta que llegáramos a la estación de Horsens repleta de vehículos automóviles de dos ruedas y empezaran a rondarnos ideas delictivas por la cabeza. Hasta el día de hoy, no desaparecen las ideas, misteriosamente.



Lo cierto es que mi llegada a Horsens se produjo de manera exprés, tanto que estuve 4 días en la residencia (bueno legalmente no, pero entre nosotros y sin que se entere Stefan sí ;) ) y en la universidad. Esta primera visita se suponía de trámite, de toma de contacto y tranquila. ¡Pero de esto último nada! El caso es que básicamente tenía que llegar a la residencia y acomodarme, visitar la universidad, asistir a la presentación, arreglar el papeleo y volver…Pero casi que me quedé en lo primero porque eso de “acomodarse” es un término que Alberto y yo como que no tenemos muy claro…las intimidades ya las conocen quienes las tienen que conocer (sin pensar mal eh). Por otra parte, en una hora ya conocíamos a buena parte de los compañeros que estarían con nosotros todos este tiempo, incluyendo a gente de mi universidad que se supone ya conocía (-¿Tú eres de Málaga no?- ¿Y tú eres…?).

 El primer día teníamos una presentación en la cual nos contarían lo maravilloso que es el sistema Danés de enseñanza (que no te obliguen a ir a clase es un punto a favor), lo buenos que son dando clases y los 70 euros de multa que te pueden caer si robas, si aparcas en una esquina, si vas con la bici sin luces de noche, o bebido, o meas en una farola, y también las novedades que tendrían el curso...¡f***, NOS HABEIS DEJADO SIN LA ASIGNATURA ESTRELLA! El caso es que la asignatura de 9 créditos que “completaba” nuestro paquete de optativas Erasmus  acababa de ser cancelada y solo llevábamos una hora en la universidad. ¿Ya me queréis dejar sin título o qué? Menos mal que la “mamá” de la universidad nos ha “prometido” poder darla en el segundo semestre, al igual que no ha puesto pegas para la obtención de la doble titulación… ¡Cómo mola Lise!



Bueno ya solo quedaba pagar la residencia (el que debiera), comprar el pan para comerme los chorizos y el jamón serrano que obligatoriamente viajaban con nosotros, ¡y conocer Horsens y la fiesta!









Pero antes de nada había que asegurarse que nuestro transporte habitual por la ciudad no iba a ser ese autobús que te cobraba 2.5 euros por llevarte a la universidad en el mismo tiempo que podías hacerlo con otros medios…




Y sin tirón ni nada…


Pues esos cuatro días pasaron y yo volvía a Málaga para hacer mis exámenes (bueno, uno de los dos) y para “correr” el campeonato de España ese fin de semana (por aquel entonces no sabía que las comillas en “correr” estaban ahí puestas). Ya solo tenía que preocuparme respecto a la universidad de Dinamarca en pedir los apuntes a los que quedaran aquí arriba y, poco más tarde me enteraría, de conseguir un grupo para el “international study project” más conocido como “el proyecto”, el cual tendría que aprobar nuestro querido amigo Laas (este es un personaje que muy a mi pesar tendría que conocer más adelante). Quedaba un último mes de verano en el que solo pensaba en disfrutar de mis amigos, mi familia y mi Beatriz;  aunque también estaban las obligaciones de “estudiar” y preparar todo para vivir un año a 3.000 km de los potajes de acelga de mi madre…





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